09/03/2024
Foto por Santiago Torrado
En el marco de las actividades programadas por el #8M en Menorca se encuentra la presentación europea de la performance "La Caída. Una polifonía mestiza hecha de teatro físico experimental, música, artes plásticas, audiovisuales y otras disciplinas con el objetivo de que caiga la colonialidad, una propuesta para que se derrumbe el traje de la blanquitud europea.
En Revista Posidònia hablamos con los tres integrantes de La Caída.
Lucia Santalices nació en Rio de Janeiro, Brasil, aunque tiene ascendencia española y argentina. Se define como cantora y compositora, y actualmente está realizando una investigación en Danza Butoh. Cazzu Andrade es actor y performer. Formó parte del laboratorio del Museo de Arte de Río en el que integró un proyecto de trabajo destinado a investigar sus orígenes.
"Quise saber de dónde vienen mis historias. Investigo sobre mi ancestralidad afro-indígena, que ha sido borrada en esa relación con el pensamiento colonial que se perpetúa de alguna manera hasta hoy, como hemos visto con el gobierno de Bolsonaro, por ejemplo", precisa.
Laura Corcuera es autora de “La Caida”, además de artista, escritora y periodista. Investigadora Asociada al Círculo de Bellas Artes de Madrid (2022-2024, Proyecto internacional FAILURE-REVFAIL). Directora de la Banda de Performance de Río de Janeiro (desde abril de 2023) y fundadora de la Colab LA PEREREKA, Río de Janeiro. Es socia colaboradora de EL SALTO e integrante de EL SALTO RADIO. Compagina su trabajo periodístico con la práctica y pedagogía de las artes visuales y de acción. Ha diseñado y ejecutado más de 100 performances en distintos lugares del planeta desde el año 2000. Actualmente reside en Brasil.
¿Cómo surge el proyecto de "La Caída?
Laura Corcuera: A partir de la beca Marie Curie de Artes del Círculo de Bellas Artes de Madrid, que estaba articulando distintas investigaciones en torno a la noción del fracaso, con una perspectiva crítica y tratando de descentrar el pensamiento europeo.
En ese marco propuse un proyecto que es el de "La Caída": pensar desde el cuerpo y desde los procedimientos de la performance el concepto de caída, que está justamente vinculada a la noción de fracaso, entendiendo que la caída puede ser un arquetipo mítico fundacional del pensamiento euro blanco, y explorando como la caída puede ser performada desde otra geografía, desde un sur global, como es Brasil.
Ahí empiezo a trabajar con la Universidad Nacional Fluminense (UFF) y con el Museo de Arte de Río de Janeiro (MAR). En aquel momento vivía en Sao Pablo y me traslado a Río, donde creo dos laboratorios de performance para empezar a trabajar justamente esto que he dicho.
En ese momento aparece Cazzu Andrade, dentro del grupo de artistas del Museo de Arte de Río. Por otro lado, cuando llego a Río, debajo de la casa que alquilo, conozco a una cantante maravillosa, que trabaja el cuerpo desde un lugar que me flipa, que es Lucía Santalices. Ahí empezamos a trabajar juntos.
Durante los meses de estancia, que oficialmente eran tres meses, pero que se alargó y finalmente fue entre octubre de 2022 y febrero de 2023, empezamos a generar una serie de materiales que se van a ver en la performance del próximo dia 9 de marzo en el atrio principal del Museo de Menorca.
Es importante decir que más de 30 artistas y activistas han colaborado conmigo, de Brasil, de Argentina, de Estados Unidos y del estado español.
La Caída es un proyecto que nace en Brasil, con todas estas conexiones a la crítica decolonial, con la ancestralidad... ¿Qué retos creéis que tiene enunciar este mensaje en un contexto como el de Menorca?
Laura Corcuera: Este es un trabajo colaborativo atravesado por una noción de comunalidad que yo, de alguna forma, canalizo. Es una respuesta contestataria. Para mí no es una tontería que el estreno europeo sea en Mahón, en el #ToQueerLAB, no? No estamos estrenando en Madrid o en Barcelona.
Vamos a ver que pasa cuando yo comparto mis caídas personales, que son políticas, en mi tierra, con unas raíces que están necesitadas de memoria, de cuidado. Trabajar la blanquitud en el estado español es algo que incomoda. Como mínimo incomoda.
Realmente, yo no tengo ninguna expectativa con las propuestas que hago de performance, ya sea La Caída o sean otras... para mí es una necesidad que parte de un proceso, y lo que pase ahí, nos va a afectar. Sé que cualquier propuesta contestataria, a priori, no es algo que agrade, no? Probablemente, a la gente nos caigan algunas fichas. No sé, vamos a ver que pasa.
Entiendo que habéis hecho la performance de La Caída en el contexto de Brasil, con un público brasilero. ¿Hay alguna cosa que se os mueva en el cuerpo, en la piel, ante el hecho de presentarlo en Menorca, con un público que probablemente sea mayoritariamente euro-blanco?
Lucía Santelices: Muchísimas, muchísimas. Porque la recepción de la performance en Brasil, o específicamente en Río de Janeiro, imagino que será muy diferente a la recepción que habrá aquí.
Para nosotros la caída, aunque tengamos también toda esa colonialidad y ese peso, está presente en la práctica del día a día de la vida. Tenemos que dar la vuelta y seguir adelante. Todo el tiempo hay caídas y nos tenemos que juntar y apoyarnos para levantarnos. Entonces sí, presentarlo aquí es todo un desafío.
Imaginamos que puede llegar a incomodar bastante, pero a la vez me parece una gran oportunidad de poder liberarse un poco de toda esa presión que nos llega de una manera tan violenta y que aterriza de una manera más violenta en nuestros cuerpos del sur global. Ser violento es una violencia a sí mismo.
La Caída es una manera de decirle a Europa que tienen que caer cosas aquí. A mí, personalmente, me parece una generosidad de nuestra parte venir a ofrecerles otra perspectiva de mundo.
Cazzu Andrade: Para responder a esto quiero contar una historia. Un día en el laboratorio del MAR hicimos una acción en la puerta. Ese entorno es un quilombo moderno. Ahí, mientras estábamos en medio de la acción, llegaron un grupo de niños racializados que venden cosas en la calle. Creo que esos chicos cuentan la historia de Brasil. Sus ancestros, en ese mismo lugar, cargaron sacos de sal, de hecho por eso ahí mismo hay un lugar que se llama la Piedra del Sal.
Para mí fue muy impresionante y emocionante observar como en el espacio del museo se inserta en la ciudad excluyendo todo lo demás. Durante la acción, ellos tuvieron muchas ganas de caer con nosotros. Dejaron las cosas que estaban vendiendo a un lado y se pusieron a caer, a brincar y a reír, participando en la performance.
Creo que como ya están acostumbrados a caer, se incorporan a ese juego desde otro lugar. No pretendo romantizar esa escena, pero creo que da para pensar que esos cuerpos están acostumbrados a caer y que activan otras formas, porque nunca se les dio la opción de tener el control sobre nada.
Entiendo vuestra propuesta como una suerte de coreografía de muchas metodologías, técnicas y registros artísticos: audiovisual, musical, corporal. Esta manera de proponer desde la pluralidad ¿tiene algo que ver con el mensaje que se quiere dar?
Laura Corcuera: Si, tiene todo que ver. Al final forma y contenido son indisociables y el proceso o la metodología que usamos tiene que ver con otras formas de crear, de imaginar, de producir mundo. Lo híbrido nos atraviesa a todos los seres que participamos en La Caida. En ese sentido, somos como peces fuera del agua, siempre entre aguas. El desafío es darle la vuelta a eso, que no sea un problema.
Problematizamos un sistema normativo, unas estructuras de poder violentas, opresivas que nos atraviesan a todas, a todos, a todes. Claro, el hecho de poner a dialogar lo que para algunas es danza, música, audiovisual, periodismo situado, es también hacer algo que no es fácilmente definible.
En mi caso, yo vengo del teatro físico y del periodismo, pero durante muchos años me había distanciado de la teatralidad, justamente para intentar quebrar el orden representacional. En Brasil me reconcilio con el hecho escénico, y creo que las herramientas que el teatro ancestralmente pone sobre la tierra son importantes ahora.
Ahí hay un desafío formal, con distintos lenguajes que han caminado muchas veces separados, cuando no enfrentados, no? Performance, teatro, audiovisual, danza, música, todo eso va a crear un cuerpo. Además, como site specific performance, lo que va a acontecer aquí en el Museo de Menorca va a ser único. No va a ser lo mismo que pasará en Madrid, en Barcelona o en Zaragoza. Vamos a ver que pasa, porque hay un diálogo también con el espacio. El Museo de Menorca es un espacio sagrado, de piedras, de historia y de memoria.
Vuestra propuesta viene de una reflexión profunda con lo que tiene que ver con la corporalidad y la relación que hay entre el cuerpo, el pensamiento y la palabra. Quería preguntaros primero ¿Cuál es la mirada que hay sobre el cuerpo? y en un segundo momento ¿Cómo opera el género ahí?
Laura Corcuera: Claro, si entendemos que el cuerpo es nuestro primer refugio, nuestra primera casa, hacer un trabajo interno es lo primero. Bajar de la mente al resto del cuerpo. Del ático al corazón, que sería el primer cerebro de nuestro cuerpo. Cuando bajamos aparecen muchas cosas que son difíciles de describir con palabras, pero que movilizan tejidos emocionales y que afectan a todo el espacio, entendiendo el espacio como un organismo vivo.
En ese sentido, ahí el género es como si no existiese y aparece de repente la invención. Como cuando nos preguntamos qué es dentro o afuera, qué es cultura o naturaleza, qué es arriba y abajo, qué es hombre o mujer. Eso cae también. Caen la dicotomía y el esencialismo, y cae ese marco binario de entender quienes somos y que hacemos aquí.
Estos conceptos se dinamitan de muchas maneras. Las personas que participamos en La Caída, somos todes peces fuera de esa agua. Y en ese sentido, no solo cae el género, también caen la raza, la clase, la edad. Yo creo que ahí hay una propuesta de ir a raíces que no tienen que ver con esas formas, con esas categorías de estructurar el mundo.
Lucia Santelices: Al mismo tiempo, hay evidentemente una crítica muy grande a todo lo que es el patriarcado. También tiene que ver con eso, con hacer una crítica muy fuerte al machismo, al patriarcado, a toda una estructura del fracaso y la perfección donde está todo muy relacionado, no?
¿Como ustedes activan desde las artes escénicas el momento político que vive América Latina? ¿Cómo desde el arte se puede cavar una trinchera de resistencia, de política pasada por el cuerpo?
Laura Corcuera: Yo creo que ahora mismo necesitamos imaginarios que nos hagan estar alegres sin perder un gramo de crítica. El momento es muy muy duro. Nos quieren deprimidos y muertas y eso no puede ser. Entonces el arte, ahora mismo, tiene ese desafío de poner en diálogo las distintas formas de expresión artística y de proponer otras poéticas que no sean una historia panfletaria.
Siempre ha habido esta dicotomía, no? Entre que es el arte político y que es el arte, digamos, más contemplativo. Pero ¿Por qué no reivindicar la contemplación como un gesto radicalmente político? Porque necesitamos respirar, necesitamos paz. A veces incluso con respuestas contestatarias - y esto es un desafío de La Caída - hablar de cosas muy duras, traer violencias, pero hacerlo desde, como diría Dani d'Emilia, desde una ternura radical.
Lucia Santelices: Yo también añadiría que me parece que siendo tiempos tan, tan duros, en realidad creo que es un trabajo de hormiga. Ahora no tengo expectativas de grandes cambios, ni por el arte ni por nada, porque vivimos un momento en que hay que estar tranquilo, tener consciencia de lo que estamos pasando, y hacer lo que se puede. Pero me parece que son micro-movimientos.
Cazzu Andrade: Para mí estar vivo en Brasil es un acto de resistencia en sí mismo. Pasamos por un momento muy sombrío y por mucha violencia. La espiritualidad brasilera, que pasa por muchas religiones, algunas de matriz africana, me da una perspectiva de que no estoy nunca solo, que conmigo siempre traigo a todos los que han venido antes de mí. A pesar de todo lo que le han hecho a todos lo que vinieron antes de mí, y que muchos hayan muerto, ellos están vivos conmigo.
Me ha llamado la atención, cuando vi vuestra propuesta, en un contexto actual, con unas trayectorias y unas genealogías que nos han traído a pluralizar "los feminismos, las mujeres, las disidencias" ¿Por qué la caída es una caída en singular? También me gustaría preguntar, quizás constreñida por una lógica del antes y el después... después de la caída, ¿qué pasa?
Laura Corcuera: La Caída es una caída de caídas. Veréis en el manifiesto de La Caída como esa caída es destripada. Cuando yo decido que sea La Caída y no Las Caídas, es para dar también el valor único de cada caída. Porque aunque que a veces parece que caemos en lo mismo, cada caída es única, en un aquí, en un ahora, como en la propia performance.
Esa caída merece, yo creo, una atención. Igual que cada ser. Somos vulnerables e interdependientes, pero merecemos que nuestra individualidad sea tenida en cuenta. No desde el individualismo, justamente. Lo que el capitalismo nos propone, pues al revés. Necesitamos una voz que sea propia, que está hecha de muchas voces que atraviesan tiempos y territorios.
El ahora es un presente continuo, pero hay un ahora, no hay unos ahoras. En ese sentido, el antes y el después también se caen. Yo entiendo, en la secuencia lógica, física o aristotélica, que cuando te caes, luego te levantas... pero si nos salimos del pensamiento lineal, podríamos levantarnos antes de caer. ¿Como es esta frase de Exú?
Cazzu Andrade: "Exu matou um pássaro ontem com uma pedra que só jogou hoje", es decir, Exú mató un pájaro ayer con una piedra que tiro hoy. Exú es una entidad que viene de una religión africana, pero que también está presente en las religiones afrobrasileñas. Exú está entre todo, conectando todo. La temporalidad de Exú es la temporalidad del movimiento y no hay linealidad en el tiempo ni en el movimiento.
Laura Corcuera: Hay una investigadora, Leda María Martins, que tiene todo un corpus impresionante de desmontar, desde su mirada afrobrasileña, las prácticas escénicas. Ella habla de los tiempos espiralares de la performance. Entonces, quizás, la imagen de una espiral nos puede abrir otras formas de entender y de sentir que lo que es la línea. En una espiral, cuando caes, a lo mejor te estás levantando al mismo tiempo. La caída se puede convertir en un vuelo, como la caída cristiana se puede convertir en una cascada, en una raíz.
Cazzu Andrade: Creo que somos piedras que caen, y como dice Exú: "Hoy es necesario tirar la piedra para que caiga en el pasado".